No soy «hacker»…
lunes 03 de febrero, 2014 - Garabateado por: CaifoNo sé por qué hay quienes creen que, porque tengo ciertas habilidades y me dedico a las tecnologías, soy un súper «jaker» (en el sentido más popular y mal entendido de la palabra), capaz y dispuesto a cualquier cosa que a ciertas personas se les ofrece.
Desde novios celosos que quieren acceder a la cuenta de correo de su contraparte para ver si les son fieles o descubrir una terrible (y muchas veces imaginaria) traición, hasta quienes han visto demasiadas películas y creen que puedo meterme a los bancos y vaciar cuentas. En serio; hubo quién lo dijo, e incluso proponiéndose como intermediario pa sacar el supuesto botín.
¡Ah! Y no se me ocurra decir que no puedo, no quiero, o no sé hacer eso, porque de inmediato surge el chantaje: «uhhh yo creía que eras chingón», «y yo que siempre te he presumido con mis amigos», etc.
Hay quienes, aparte, quieren todo gratis, o bien, ofrecen dinero pero exigen como si ya estuvieras bajo sus órdenes. Sí, patrón. Lo que usted ordene, patrón.
Creo que hablo a nombre de muchos colegas al decir esto:
No, señores. Contrario a lo que puedan pensar, no soy un jaker de esos de película de Hollywood. El hecho de dedicarme a esto y de tener ciertas aptitudes (que mis 22 años de trabajo me han costado), no me da el conocimiento, la poca ética, ni la falta de principios para hacer esa clase de «trabajos».
Siempre estoy dispuesto a ayudar a quien me lo solicita, y jamás he puesto objeciones. Para eso estamos. Lo que no vale es la coacción.
También me encabronan aquellos (y ustedes saben a quiénes me refiero porque se los he dicho en su jeta) que por hueva de abrir el navegador o hacer una búsqueda rápida en Google, quieren que otro les solucione la vida. Muchos de ellos tienen casi los mismos años que yo en internet. ¿No atinan en poner la palabra «Winamp» en Google, para saber de dónde bajarlo? No mamen, en serio.
Este fue mi pequeño berrinche de la 1:30 de la mañana de un lunes cualquiera.
No se lo tomen muy a pecho, saben que los quiero, condenadotes.