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Leer en el iPad: tecnología y ecología…

Ahora que mi patrón se vio generoso y me proporcionó un iPad pa mi solito, aparte de los usos que le pueda dar pal trabajo (que aunque ustedes no lo crean, sí los hay, y muy muy prácticos), he estado explorando algo que ya había probado en mi iTamagotchi: la lectura.

Desde morro he tenido el habito de la lectura, y desde morro he tenido el mismo problema. Como ya había dicho alguna vez, ciertos formatos y tamaños de libros me dificultan las cosas. Me cuesta mucho acomodarme para leer largo y tendido como me gustaría. Debido a esto, y malamente, lo venía dejado de lado salvo lo que leo internet.

Con la llegada de los teléfonos inteligentes, y los e-readers para éstos, el panorama me ha cambiado radicalmente. En especifico, mi iPhone, y el excelente cliente Kindle de Amazon con miles de títulos en su stock me han vuelto a poner en órbita de la lectura. Esto en el caso de los libros.

Ahora con el iPad, se me abre un nuevo camino, igual de alentador: el de las revistas. Todo aquel que ha visitado mi centro de operaciones, y particularmente mi baño, sabe que tengo MONTAÑAS de revistas. Desde las más actuales, hasta mis revistas de videojuegos de hace 20 años.

Desde hace años la empresa Zinio ha venido desarrollando su sistema de suscripción y entrega electrónica de revistas que se ven normalmente en los puestos de periódicos; sin embargo, nunca había sido tán llamativo como ahora, con la facilidad de traer tu iPad y leer tus revistas preferidas donde te de tu gana sin cargar alteros de papeles, con o sin conexión a internet.

En el tema de los precios, también se gana. Por ejemplo, la Conozca Más, que compro mas o menos regularmente, en papel cuesta $36 pesos, mientras que la edición electrónica, cuesta $24.

Y esto trae a colación el asunto de la ecología. Entre más gente adopte la lectura electrónica, menos papel se desperdicia. Todos ganamos.

Habrá quien diga que los iDevices son lujos caros (quizá para algunos solo sean eso), pero para mi como para muchos otros han sido de enorme utilidad, y la lectura solo es una de muchas más usos que ofrecen.

Karen…

En estos días he estado leyendo la historia de una mujer que admiro bastante: Karen Carpenter, la voz que aún en las canciones alegres transpiraba una perceptible tristeza.

A sus veintitantos años y con toda la lana que hizo en base a su esfuerzo y el de su carnal, era una persona prácticamente secuestrada por su familia. No podía mover un dedo sin que su áspera y autoritaria madre, o su hermano (el preferido de su madre) lo aprobaran. Le fue negada una vida normal, y siempre fue relegada a segundo término en favor del talentoso y mimado Richard.

El ser mantenido en esa burbuja de sobreprotección y control absoluto tiene un costo muy alto al querer intentar salir, vivir, tener un novio, o casarse. Sin experiencia ni seguridad alguna, tropezó feamente, y de cada tropezón fue culpada, criticada y casi crucificada por su poco comprensiva familia.

A dos días de casarse se enteró de que su futuro marido no era lo que aparentaba. Ella pidió el consejo de su madre, y ¿cual fue la respuesta de la señora? «M’ija, ya pagamos todo, ya invitamos a todos. Ora te chingas» cerrando con un tierno «Quisiste destender la cama, ¡ahora te acuestas!»

Al no tener control sobre su vida quiso tener control sobre su cuerpo adoptando una conducta obsesiva y destructiva. Lamentablemente se le fue la mano, y se mató de hambre, literalmente, poco antes de cumplir 33 años.

Por cierto, escribo esto escuchando el disco que pudo ser su exitoso lanzamiento como solista (muy, muy bueno, he de decir).

Y digo que pudo ser porque después de una enorme producción hecha con toda su dedicación, dirigida por el gran Phil Ramone –generador de muchisimos éxitos de los 80s– que le costó 400,000 dolares de su bolsa, su carnal dijo «NO ME GUSTA» y su madre dijo «NO SIRVE». Siendo así fue embodegado hasta 1996, trece años después de su muerte. Una lástima, ya que en verdad es muy bueno, y hubiera significado un paso hacia su independencia tanto artística como personal.

Karen, mis respetos para ti.