Al ver las «novedades» que presentó Apple el día de hoy, me hace pensar que, lo que tanto se temió hace dos años con el deceso de Steve Jobs, líder y guía indiscutible de la compañía, se está haciendo realidad.
Antes del evento, pensaba yo en este artículo como una mofa para todos aquellos que tomaban como ciertos los rumores que circularon (iPhone barato, de colores, el mentado champagne, y demás), y decirles un «¿ya ven? Apple está por encima de eso».
Para mi desgracia como acérrimo seguidor de la manzana desde 2006, todos los rumores eran ciertos. Se han presentado dos modelos «nuevos». El iPhone 5c, que es un iPhone 5 con una carcaza horrible, de plástico de colores por demás piñateros, y el iPhone 5S, lo mismo pero mejorado, y en colores plata, oro, y blanco. O sea, más de lo mismo.
En lo personal, ninguna de estas presentaciones son de mi agrado, ni se me antoja vender mi actual para correr por el nuevo. En cuestión de diseño, me sigo quedando con el del 4/4s. Ese sí que fue un cambio radical, y un diseño que creo, pasará a la historia como uno de los mejores de Sir Jony Ive. Una belleza hecha teléfono.
Es una verdadera pena habernos quedado sin la genialidad de Jobs tan prematuramente. Creo que él jamás hubiera permitido que Apple tomara el rumbo que lleva hoy, con tácticas de relleno; siendo imitador y no imitado.
Y no me malinterpreten. Sigo siendo un seguidor y evangelizador. No he encontrado otro equipo o sistema operativo que me siente tan bien como iOS y OS X. Es sólo que extraño aquellos días de verdadera emoción. Nunca sabía uno con qué iba a salir Steve, y rara vez nos decepcionó…