Karen…

En estos días he estado leyendo la historia de una mujer que admiro bastante: Karen Carpenter, la voz que aún en las canciones alegres transpiraba una perceptible tristeza.

A sus veintitantos años y con toda la lana que hizo en base a su esfuerzo y el de su carnal, era una persona prácticamente secuestrada por su familia. No podía mover un dedo sin que su áspera y autoritaria madre, o su hermano (el preferido de su madre) lo aprobaran. Le fue negada una vida normal, y siempre fue relegada a segundo término en favor del talentoso y mimado Richard.

El ser mantenido en esa burbuja de sobreprotección y control absoluto tiene un costo muy alto al querer intentar salir, vivir, tener un novio, o casarse. Sin experiencia ni seguridad alguna, tropezó feamente, y de cada tropezón fue culpada, criticada y casi crucificada por su poco comprensiva familia.

A dos días de casarse se enteró de que su futuro marido no era lo que aparentaba. Ella pidió el consejo de su madre, y ¿cual fue la respuesta de la señora? «M’ija, ya pagamos todo, ya invitamos a todos. Ora te chingas» cerrando con un tierno «Quisiste destender la cama, ¡ahora te acuestas!»

Al no tener control sobre su vida quiso tener control sobre su cuerpo adoptando una conducta obsesiva y destructiva. Lamentablemente se le fue la mano, y se mató de hambre, literalmente, poco antes de cumplir 33 años.

Por cierto, escribo esto escuchando el disco que pudo ser su exitoso lanzamiento como solista (muy, muy bueno, he de decir).

Y digo que pudo ser porque después de una enorme producción hecha con toda su dedicación, dirigida por el gran Phil Ramone –generador de muchisimos éxitos de los 80s– que le costó 400,000 dolares de su bolsa, su carnal dijo «NO ME GUSTA» y su madre dijo «NO SIRVE». Siendo así fue embodegado hasta 1996, trece años después de su muerte. Una lástima, ya que en verdad es muy bueno, y hubiera significado un paso hacia su independencia tanto artística como personal.

Karen, mis respetos para ti.

Acerca de Caifo

Soy un marungo oriundo de la ciudad de Tapatilandia, gustoso de la musica, las compus y la weba en cantidades deshonrosas, pero sobre todo, de pasar mucho tiempo con los verdaderos amigos.

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